Superados los 40 años ininterrumpidos de ejercicio profesional como Abogado, principalmente en el ámbito de las Empresas y Administraciones Públicas, llegué al convencimiento de que es necesario plantearse un nuevo formato de prestación de servicios jurídicos, disruptivo respecto al tradicional, en el que primen, entre otros, dos principios fundamentales.
El primero, desarrollar con métodos propios lo que siempre he intentado practicar: olvidar el posicionamiento al que suele tender el asesor externo e independiente, entregándose por supuesto con plena dedicación al enfoque y defensa de los intereses del cliente, pero con cierta asepsia mental y sin involucrarse directa y personalmente en otros aspectos más allá de los que rodean el estudio o asesoramiento a fondo encomendado, para, en lugar de ello, alcanzar la posición de auténtico partner consultor del cliente, aportando un valor añadido a su Empresa o Institución sin mayor coste. Es lo que siempre he tratado de hacer y ahora puedo desarrollar plenamente con la nueva organización creada.
El segundo, asumir y cumplir el principio que una autoridad intelectual como Adela Cortina califica como clave de la ética moderna: “las personas son válidas por sí mismas y no se las debe instrumentar”. Todas las personas que participan en la prestación de los servicios al Cliente, fuere cual fuere su situación jerárquica y sin perjuicio de las necesarias consecuencias organizativas que de ello se desprenden, asumen y ejercen la real condición de partner consultor del Cliente y son reconocidos como tales por la estructura a la que pertenecen, participando activa y decisivamente tanto en la organización interna como en la prestación de los servicios, desarrollando así plenamente su individualidad dentro de la organización.
Con esos principios rectores, la estructura de la organización está dotada de una enorme capacidad de adaptación y resiliencia que le otorga la agilidad necesaria para alcanzar la eficacia y excelencia en la prestación de servicios. Para ello utilizamos el sistema de alianzas entre profesionales de los ámbitos jurídico, económico, financiero y tecnológico, todos ellos de primer nivel, que, acreditando la homogeneidad que les otorga la asunción de un Código de Principios éticos y operativos publicitado, pero desde la independencia funcional, garantizan el asesoramiento del cliente en ámbito de 360º y en tiempo 24/7.
Finalmente, esa capacidad de acompañamiento al Cliente únicamente puede alcanzarse con el uso compartido con él de herramientas tecnológicas punteras y en permanente desarrollo y facilidad de adaptación a las concretas necesidades que se soliciten, bajo el concepto New Law, tanto a nivel interno y entre las alianzas -en gestión de recursos y estrategias- como en la prestación de servicios -personalizando el formato, creando plataformas específicas, etc.-, todo ello con el apoyo de tecnologías emergentes.
Con estas premisas nace carrau.legal, para liderar un estructura moderna y permanentemente actualizable de asesoramiento profesional.
Ignacio Carrau. Abogado
carrau.legal Julio 2020